23 DE MARZO DEL 2025. III DOMINGO DE CUARESMA LUCAS 13, 1-9
En este III Domingo de Cuaresma, el Evangelio de San Lucas nos presenta dos escenas importantes.
La primera: la muerte de los galileos a quienes Pilato había hecho matar, mezclando su sangre con la de los sacrificios que ofrecían, y las dieciocho personas que murieron al desplomarse sobre ellas la torre de Siloé.
La segunda: la parábola de la higuera estéril, que no da fruto, donde el viñador le responde al Señor que la deje todavía un año más, que removerá la tierra y le echará abono, a ver si comienza a dar frutos; si no lo da, entonces la cortará.
En el primer momento: Él Señor nos invita a una conversión urgente. A veces nos preocupamos pensando que los sufrimientos de la vida y las situaciones difíciles tienen que ver con nuestra amistad o enemistad con Dios. Sin embargo, Cristo nos demuestra que Dios no es un legislador injusto que castiga a quienes cometen pecado más bien, es una invitación a profundizar en nuestros actos y preocuparnos por nuestra propia conversión, dejando de juzgar a los demás por las situaciones que están viviendo. Dejemos de examinar la conciencia de los demás y preocupémonos por nuestra propia conversión, para restablecer la armonía y reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza. Que nuestra conversión sea integral.
Para profundizar:
¿Estoy preocupado por mi propia conversión?
¿Estoy dejando de juzgar a los demás?
En el segundo momento: Jesús, en su evangelio, utiliza la higuera como signo de nuestra vida. Esta parábola nos enseña que Dios nos da tiempo para estar atentos, convertirnos, arrepentirnos, cambiar nuestras actitudes y dar frutos abundantes. Debemos constantemente remover la tierra de nuestra vida y abonarla, es decir, fortalecerla y cultivarla en la unión con Dios a través de la oración y las obras de caridad con nuestros prójimos, para no quebrantar nuestra relación con Él. El don de la vida que Dios nos ha regalado por misericordia es prestado, no permanente. En este tercer domingo de cuaresma es un desafío para todos los que hemos decidido seguir y entregar nuestra vida por Cristo, reflexionar de forma individual, sobre nuestra vida espiritual y nuestra productividad en el Reino de Dios. Si no damos los frutos que Él espera, también seremos cortados.
Para profundizar:
¿En qué dimensiones de mi vida no estoy dando frutos?
¿Estoy valorando la paciencia y misericordia de Dios?

Hna. Rosa Katty Lozano Reyes