

Bibliografía.
Sara, nace en el seno de una familia numerosa, de 13 hijos, ocupando ella el décimo tercer lugar, motivo por el cual todas las miradas y afectos se centran en ella, viéndose rodeada de especiales atenciones y cariño por parte de sus padres Doña Felisa Pontón y Don Dámaso Alvarado.
El 16 de octubre recibe el sacramento del Bautismo con el nombre de Sara, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, del barrio de las Cruces de Bogotá, administrado por el Padre Diego Garzón A, Párroco. Sus padrinos fueron sus hermanos Pedro Pablo y Juana Herminia. La confirmación la recibe en el año 1903 en la Casa Arzobispal de la Arquidiócesis de Bogotá, de manos de Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, Arzobispo.
Comienza sus primeros estudios en su hogar, sus padres y hermanos son los primeros llamados a impartir el conocimiento y la formación de Sarita. iniciada en las letras, pasa al colegio de la Presentación; continuándolos luego en el Colegio de la providencia, de Bogotá. Tuvo todas las posibilidades para su formación espiritual con la sabia orientación y dirección del padre Luis Rincón, S.J. quien le ofrece el alimento para su alma y la anima y estimula a llevar una vida de verdadera piedad.
Sus años de estudio se vieron interrumpidos por la enfermedad de reumatismo articular, especialmente por un problema de rosillas. Esto la obligaba a renunciar a los recreos y juegos con sus compañeras y por tal motivo, fue mirada con muchas consideraciones; Dios que conduce su historia, por medio de esta enfermedad la preservó de muchos peligros y vanidades. Más tarde ella recuerda este incidente como la espina más dolorosa de su vida.
Cuando tenía tan sólo 9 años fallece su padre, lo cual le causa un gran dolor. Ese mismo año hace su primera comunión, el 16 de mayo de 1912. A pesar de que hacía sólo 5 meses había fallecido Don Dámaso, ella vivió este momento de una manera especial.
En Sarita esta fase llega con grandes sueños e ideales; quizá un poco más reflexiva, da una mirada retrospectiva a su corta existencia y toma conciencia clara de su compromiso como esclava de María; siente que está llamada a dar una respuesta más generosa a Dios, para lo cual consagra a Jesucristo todos sus deberes diarios, es así como elabora un plan de vida, organizado dentro de un reglamento en el que distribuye su tiempo; también se propone trabajar seriamente algunas virtudes cristianas: la pureza, la obediencia, la modestia, la paciencia y la caridad.
Comienza a escribir en su diario espiritual todos los movimientos de la gracia en su alma. Del año 1927 datan sus primeras notas.
Sale del Colegio con gran certidumbre, no tiene definida su vocación, ahora tiene dos posibilidades: entrar como monja de clausura o quedarse en la familia para ayudar a la educación de sus sobrinos mientras ve clara la voluntad de Dios, pues teme el fracaso por su falta de salud.
A medida que pasa el tiempo, sus intereses van tomando otra dirección, el ambiente que viven los jóvenes de su época y las costumbres de la alta sociedad, ejercen cierta influencia en su vida, ambiente que hace de esta joven piadosa y recatada, una joven vanidosa y un poco mundana.
La Señora Felisa, su mamá, el 20 de noviembre de 1920, la anima a confesarse para poder comulgar el día siguiente (fiesta de la Presentación de la Virgen). Ella, con un poco de resistencia accedió y entra a la Iglesia de San Ignacio, pero al no encontrar ningún sacerdote conocido, decide no confesarse esa tarde.
Cuando iba a salir del templo, un sacerdote que está orando ante la imagen de la Virgen de Lourdes se dirige al confesionario; ella se siente impulsada a confesarse y este es el momento de toque de gracia que siempre recordará como providencial.
Una profunda emoción y arrepentimiento íntimo la sobrecoge siente en su alma una fuerza irresistible, llorando le pide al Padre su ayuda para empezar inmediatamente una nueva vida, reparar la pasada y darse a Dios. El Padre por su parte, la invita al altar de la Virgen de la Estrada, para que se haga su entrega a Ella y le suplique le enseñe lo que debe ser. Allí le llena de confianza y seguridad le promete a la Virgen cambiar su vida disipada por una vida nueva y fervorosa.
Después de esta gracia tan especial, Sara encamina sus acciones hacia la búsqueda de la voluntad de Dios; sus ideales son más altos y aspira a alcanzarlos. Las misiones ejercen sobre ella una poderosa atracción: “¿Cómo puede decir un alma que te ama, sin trabajar incansable por el bien de las almas de sus hermanos?”
Movida por este deseo, ingresa en tres comunidades religiosas en las cuales no pudo avanzar por motivos de salud. Aun así, no se da por vencida y tiene la certeza de la llamada de Dios a la vida consagrada.
El 15 de noviembre de 1937 hace unos ejercicios espirituales para discernir el itinerario de su vida: “Dios mío, muéstrame tus senderos, yo sé que tienes designios especiales sobre mí” (II, 2 diario espiritual. pp. 408).
La providencia de Dios se manifiesta y comienza una nueva experiencia en el apostolado: la ayuda al gremio de las sirvientas en el sindicato doméstico. Durante este tiempo se da cuenta de las muchas necesidades y con entusiasmo se dedica a solventar sus problemas.
Dios tiene un plan trazado para Sarita. Mientras colabora con el gremio de las empleadas, pide permiso para ir a descansar a la finca San Gregorio junto a las muchachas del servicio doméstico: Sofía Espinosa, Aurora Fonseca y Mercedes Gutiérrez, y cuya intención no es tanto el descanso sino madurar la idea de abrir la casa de hospedaje para las empleadas.
Camino a la santidad.
La apertura del proceso de la causa de canonización de Madre Sara, tuvo lugar el día primero de octubre de dos mil dos (2002-10-01), en acto especial celebrado en el Palacio Episcopal, en la Capilla de la Anunciación y presidido por el Excelentísimo Mons. Olavio López Duque, Obispo Auxiliar de Bogotá, Vicario General de Religiosos de la Arquidiócesis, y delegado del Eminentísimo Señor Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, Arzobispo de Bogotá. En esta sesión los miembros del Tribunal, dieron el juramento de cumplir fielmente su oficio, se aceptó la lista de testigos presentada por el Vicepostulador, Ilustrísimo Mons. José Ignacio Ortega Franco, y se señaló el lugar y fecha para iniciar el examen de los testigos, (2002-12-02). En esta sesión actúo como Notario el Canciller de la Curia, Reverendo Padre Alberto Forero. Acompañaron las Hermanas del Consejo General de la Congregación.
Celebrada esta primera sesión, llamada “de primordialibus”, quedó instaurado canónicamente el proceso.
Se han escuchado a 28 testigos de visu y 8 testigos de oficio para un total de 36 testigos sin contar 22 testimonios recibidos en la etapa extraprocesal que fueron incorporados al proceso en su momento oportuno.
El 13 de septiembre de 2006 el tribunal recibe del Vicepostulador la prueba documental y aceptada fue introducida al proceso.
El 5 de febrero de 2008 el Tribunal Eclesiástico visita la tumba y lugares en que vivió y murió la Sierva de Dios, constatando la ausencia de culto.
Del 26 de mayo al 11 de Junio de 2008 recibimos la visita del Padre Vitto Tomás Gómez O.P., Postulador General de la Orden y de la Causa de la Sierva de Dios María Sara del Santísimo Sacramento, el Padre Francesco Ricci, O.P. Secretario. Ellos revisaron la documentación correspondiente al proceso, la valoraron en su planteamiento, organización y acierto en su desarrollo. Aportaron valiosas orientaciones para el manejo y envío de documentos a Roma. Organizaron y dirigieron el acto canónico de exhumación, reconocimiento y traslación de los restos mortales de la Sierva de Dios María Sara del Santísimo Sacramento y del Siervo de Dios Enrique Alberto Higuera Barrera O.P.
Durante el mes de marzo de 2009 el Tribunal en sus sesiones de trabajo revisó detalles confirmó terminado el proceso diocesano y señaló el acto de clausura para el 11 de mayo de 2009.
Realizada la clausura del proceso diocesano los documentos serán enviados a Roma a la Congregación de las Causas de los Santos para consignar el proceso.
Apertura en la cancillería de la Congregación. Se estará a la espera del decreto de validez jurídica del proceso diocesano. Se trata del estudio de las actas del proceso, hecho por un experto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien busca establecer si el Proceso Diocesano estuvo hecho conforme al Derecho y a las Normas de la Iglesia.
La fase siguiente consistirá en la elaboración de una «Positio» bajo la coordinación de un relator nombrado por la Congregación de las Causas de los Santos.
La «Positio» tiene por finalidad probar la vida, virtudes y fama de santidad de la «Madre Sara». Tendrá que someterse a examen y aprobación de un grupo de consultores o censores teólogos y de un grupo de obispos y cardenales.
El proceso «super miro» —sobre milagro— será la fase previa a la beatificación.
A través de estas frases podemos ser testigos de la profundidad de vida de nuestra querida Madre María Sara:
- “Sírvame de consuelo el pensamiento que a medida que yo crezca en el amor divino, irán desapareciendo mis miserias, hasta quedar en el estado a que llegaron los santos”.
- “La oración y el trabajo son los dos pilares sobre las que se asiente la vida de las Oración, trabajando, oración ante el Sagrario, imán, irresistible que arrebata el corazón, oración ante las necesidades del prójimo, oración en el éxito y en los fracasos, en una palabra y como en la casita de Nazaret, el trato habitual con Dios, es el alma de su alma y la vida de su vida”.
- “Aprende una sola ciencia, la de ser esclavita de María. Haz alma dichosa cuanto entiendas ser agrado de tu Madre y Reina, está a sus plantas para hacer únicamente lo que conviene para tu santificación. ¡Esclava de María! Hermoso nombre que debe tenerte siempre lista. Siempre despierta para servirla”.
- “Jesús, el dulce Jesús, el manso Jesús, el suave Jesús, no condena jamás un alma que sufre por sus caídas, que llora sus flaquezas y lo busca con Medita a menudo la pasión de Jesús y más especialmente los viernes. Acompaña a Cristo agonizante de tristeza y dolor en el huerto de los Olivos y saca mayor provecho de esa oración”.
- “Cuando esté casi todo perdido, es entonces la hora de Dios, el momento en que el alma debe creer, esperar, confiar y amar. ¡Oh Señor, haced que la santidad de mi vida, sea el homenaje de gratitud que os rinda!”.
- “Deberé ejercitarme mucho en la humildad, la paciencia, la caridad y la mortificación. No serán mis palabras dulzarronas las que harán bien a las almas, sino aquellas de corrección humilde y caritativa”.
- “Es una locura inexplicable el amor de Dios para con mi alma y es la última locura humana no corresponderle con mi amor ardiente, llevado también al heroísmo. Esta verdad me lleva a darme a Dios absolutamente poniéndolo en el centro de mi alma y corazón, de suerte que todo cuanto haga sea por su gloria; y manifestarle mi amor en la persona del prójimo, dándome a este, de tal suerte que consiga por este medio el ejercicio práctico de todas las virtudes”.
- “Quiero entregarme a Dios para siempre desde hoy. Debo dejar que Él obre, transforme, aniquile en mí cuánto sea necesario para unirme a Él. Quiero abrir el camino a Dios, por una delicadeza y docilidad completa a la gracia”.

1906 • 4 años
Sarita, entre sus padres Dámaso Alvarado y Felisa Pontón.

1909 • 7 años
Última entre sus hermanos y de salud delicada, es particularmente amada y cuidada en su familia.

1912 • 10 años
Recibe el Sacramento de la Eucaristía en la Iglesia de Santo Domingo y experimenta en su alma gracias especiales.

1914 • 12 años
Sarita en su época escolar. Es cultivada intelectual y espiritualmente por sus maestras. Empieza a ser acompañada espiritualmente por un sacerdote jesuita.

1920 • 18 años
Cursados los estudios superiores de la época, Sara recibe el grado de Maestra. Inicia su búsqueda vocacional.

1925 • 23 años
Hace experiencias de vida consagrada que no logran llevarse a término por su frágil salud.

1938 • 36 años
Apoyada por su familia, inicia con tres jóvenes la “Obra de Nazareth”, en una casa de su hermana Elisa Alvarado de Sánchez, para apoyar las empleadas del Sindicato Católico liderado por el P. Eliécer Arenas S. O.P. y Monseñor Juan Manuel González Arbeláez, Obispo Auxiliar de Bogotá.

1964 • 62 años
El carisma transmitido por ella y encarnado en el primer momento en las jóvenes: Aurora Fonseca y Mercedes Gutiérrez, es reconocido en la Iglesia con la Aprobación Diocesana otorgada por la Arquidiócesis de Bogotá y la afiliación a la Orden Dominicana.

1968 • 66 años
Apoyada por el S.D. Enrique Alberto Higuera, O.P., durante 40 años, en la formación, legislación y crecimiento de la Congregación, comparten los últimos años de sus vidas dedicados a esta misión.

1977 • 75 años
Consolidada la Congregación con la Aprobación Pontificia, y finalizado su servicio como Superiora General, culmina su obra fundacional viajando a Roma con la intención de presentar la Congregación al Sumo Pontífice Pablo VI y pedir su bendición.