Carisma y Espiritualidad

Iglesia

El concilio vaticano II declara que la vida consagrada, en sus múltiples formas, manifiesta «la eficacia infinita del Espíritu Santo, que realiza maravillas en su Iglesia» (Lumen gentium, 44). En efecto, en la vida religiosa y en toda vida consagrada se produce una acción soberana y decisiva del Espíritu Santo, que las almas atentas pueden experimentar de modo inefable por una cierta connaturalidad creada por la caridad divina, como dice santo Tomás (cf. Summa Theol., II-11, q, 45, a. 2).

La vida religiosa, aparece como árbol plantado por Dios que, gracias a los Fundadores, se desarrolla y ramifica para el bien de todo el Cuerpo de Cristo.

Fin esencial de la Congregación

La Gloria de Dios amado sobre todas las cosas, la edificación de la Iglesia y la salvación del mundo, mediante la configuración con Cristo, bajo la acción del Espíritu Santo, por la profesión de los Consejos Evangélicos y la vivencia de la espiritualidad dominicana[1] (constituciones I,2).

“La Congregación quiere ser un homenaje vivo a la vida oculta de Jesús en Nazaret y en el Sagrario” …  (Cf. Const. I,4).

[1] Cf. c. 573)

Elementos del carisma

Durante su vida oculta en Nazaret, Jesús permanece en el silencio de una existencia ordinaria. Nos permite así entrar en comunión con él en la santidad de la vida cotidiana, hecha de oración, sencillez, trabajo y amor familiar. La sumisión a María y a José, su padre en la tierra, es imagen de la obediencia filial de Jesús al Padre. María y José, con su fe, acogen el misterio de Jesús, aunque no siempre lo comprendan[1] (CIC, nº 533-534 y 564).

Nazareth: Homenaje al santo Hogar de Jesús, María y José con el deseo de honrar su vida oculta, glorificando al Padre celestial con una vida de oración y trabajo (MF). Nazaret el Hogar modelo de toda santidad y perfección donde el Verbo Encarnado enseñó al mundo todas las virtudes con su vida oculta y sencilla… (Directorio I,1,).

 

[1] JOSEPH RATZINGER, Doctor en Teología Dogmática

Primer elemento
Segundo elemento
Tercer elemento

El “Hogar de Nazareth”, es una expresión que se repite incontables veces en los escritos y enseñanzas de la Madre María Sara y que claramente se refiere a aquel humilde hogar de Jesús, María y José. Así, la palabra hogar para la Dominica de Nazareth, es una clave primordial de lectura del carisma, con la que mira la vida fraterna, el apostolado, el crecimiento espiritual y la vida dominicana.

Desde el punto de vista teológico el hogar es la expresión de la caridad a escala doméstica. El carisma de “Ser Hogar, es la capacidad de acoger y atender, con caridad y con verdad a la vida humana, en sus dimensiones de nacimiento, fragilidad y cotidianidad”.

No se puede ser hogar sin caridad y sin amor, tiene que haber un fuego que arde, fuego que tiene calor y tiene luz. La Madre Sara, buscando donde podía arder o como podía encontrarse ese fuego, desde temprana edad se enamoró de la Eucaristía, encontró en ella ese fuego, de manera que ese hogar, es en primer lugar el Corazón de Jesucristo, donde arde fuego de amor, el fuego del Espíritu.

Jesús está de muchas maneras entre nosotros, pero no cabe duda que hay una presencia singular en la Eucaristía. Nazareth es acompañar a Jesús siempre, trabajando por establecer hogares que, como el suyo, se ocupen de cumplir la voluntad de Dios en la tierra, formando personas que prolonguen su vida de laboriosidad, humildad y silencio, aún en medio de los que no conocen a Dios. Por eso, para la Dominica de Nazareth, el Santísimo Sacramento es su centro y su Vida, pilar fundamental de la espiritualidad Congregacional.

Maternidad espiritual

La Santísima Virgen acompañó la vida de la Madre Sara en todo camino desde su infancia, y, en Nazareth desde el principio ha tenido una respuesta porque Ella, la Santísima Virgen, apareció desde el comienzo de la Obra de Nazareth. Realmente Nuestra Señora de Nazaret, ejerció y ejerce esa maternidad sobre las Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, por eso, la dimensión mariana es el otro pilar de la espiritualidad Congregacional.

La maternidad espiritual es un don del Espíritu Santo, un carisma, que la religiosa dominica de Nazareth debe conocer valorar y cultivar con la mirada filial a la Madre de Nazaret, modelo de Hija, Madre, Esposa, Maestra y Discípula. En Ella, encuentra el mejor modelo de su vocación, “He aquí la esclava del Señor”. Se trata de la disponibilidad a la acción del Espíritu, que hace posible que surja la vida del espíritu “Cristo”. Por tanto, la maternidad espiritual, es ayudar a que Cristo se forme en los corazones. Es esa disposición interna del corazón por la cual, un bautizado o en particular una mujer pone todos los recursos de su ser por el surgimiento de la vida de Cristo en los corazones.

“La vida engendra la vida”, si la Dominica de Nazareth por su entrega total a Cristo en cuerpo y alma es verdaderamente madre debe engendrar vida ya que tiene Vida. Debe engendrar hijos e hijas espirituales por la oración, por la cruz, por el celo apostólico, por el anuncio de la Palabra de Dios y los y las hace crecer en familia, educados y educadas en el temor de Dios.

Ocultamiento

Desde el punto de vista de la teología corresponde a una palabra muy importante kénosis que es el mismo abajamiento del Dios humanado. La Kénosis tiene tres lugares predilectos que son: Belén, la Cruz y el Sagrario. El ocultamiento de Belén, que fue al mismo tiempo revelación para los excluidos… pastores, extranjeros, y pobres. El ocultamiento de la Cruz, es al mismo tiempo la catequesis y la victoria sobre el pecado, es entonces, revelación para los pecadores. El ocultamiento en el Sagrario, es revelación para los creyentes. Se trata de adorar y al mismo tiempo acompañar a Jesucristo, se trata de dejarse amar por El.

La Madre Sara desarrollo cerca del sagrario lo que en teología se llama una espiritualidad esponsal. Ella vivió la experiencia de la intimidad con Cristo, la esposa que acompaña a Jesús y tiene la experiencia de confiarle sus cuitas y escuchar sus confidencias a Jesús, la que al mismo tiempo tiene el corazón de Jesús, para recibir a los pecadores y para ir en busca de los excluidos.

El don del ocultamiento es el carisma por el cual el corazón de une al abajamiento de Cristo, para ser fecundo con Cristo. Así, el ocultamiento de Nazareth es unión con la Kénosis de Cristo, para ser revelación en su mismo Espíritu. Es claro que en Cristo es revelación y en la Dominica de Nazareth se llama evangelización.  “El deseo de ocultamiento para revelar, es el deseo de humildad para evangelizar”.

Primer elemento
Segundo elemento
Tercer elemento

El “Hogar de Nazareth”, es una expresión que se repite incontables veces en los escritos y enseñanzas de la Madre María Sara y que claramente se refiere a aquel humilde hogar de Jesús, María y José. Así, la palabra hogar para la Dominica de Nazareth, es una clave primordial de lectura del carisma, con la que mira la vida fraterna, el apostolado, el crecimiento espiritual y la vida dominicana.

Desde el punto de vista teológico el hogar es la expresión de la caridad a escala doméstica. El carisma de “Ser Hogar, es la capacidad de acoger y atender, con caridad y con verdad a la vida humana, en sus dimensiones de nacimiento, fragilidad y cotidianidad”.

No se puede ser hogar sin caridad y sin amor, tiene que haber un fuego que arde, fuego que tiene calor y tiene luz. La Madre Sara, buscando donde podía arder o como podía encontrarse ese fuego, desde temprana edad se enamoró de la Eucaristía, encontró en ella ese fuego, de manera que ese hogar, es en primer lugar el Corazón de Jesucristo, donde arde fuego de amor, el fuego del Espíritu.

Jesús está de muchas maneras entre nosotros, pero no cabe duda que hay una presencia singular en la Eucaristía. Nazareth es acompañar a Jesús siempre, trabajando por establecer hogares que, como el suyo, se ocupen de cumplir la voluntad de Dios en la tierra, formando personas que prolonguen su vida de laboriosidad, humildad y silencio, aún en medio de los que no conocen a Dios. Por eso, para la Dominica de Nazareth, el Santísimo Sacramento es su centro y su Vida, pilar fundamental de la espiritualidad Congregacional.

Maternidad espiritual

La Santísima Virgen acompañó la vida de la Madre Sara en todo camino desde su infancia, y, en Nazareth desde el principio ha tenido una respuesta porque Ella, la Santísima Virgen, apareció desde el comienzo de la Obra de Nazareth. Realmente Nuestra Señora de Nazaret, ejerció y ejerce esa maternidad sobre las Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, por eso, la dimensión mariana es el otro pilar de la espiritualidad Congregacional.

La maternidad espiritual es un don del Espíritu Santo, un carisma, que la religiosa dominica de Nazareth debe conocer valorar y cultivar con la mirada filial a la Madre de Nazaret, modelo de Hija, Madre, Esposa, Maestra y Discípula. En Ella, encuentra el mejor modelo de su vocación, “He aquí la esclava del Señor”. Se trata de la disponibilidad a la acción del Espíritu, que hace posible que surja la vida del espíritu “Cristo”. Por tanto, la maternidad espiritual, es ayudar a que Cristo se forme en los corazones. Es esa disposición interna del corazón por la cual, un bautizado o en particular una mujer pone todos los recursos de su ser por el surgimiento de la vida de Cristo en los corazones.

“La vida engendra la vida”, si la Dominica de Nazareth por su entrega total a Cristo en cuerpo y alma es verdaderamente madre debe engendrar vida ya que tiene Vida. Debe engendrar hijos e hijas espirituales por la oración, por la cruz, por el celo apostólico, por el anuncio de la Palabra de Dios y los y las hace crecer en familia, educados y educadas en el temor de Dios.

Ocultamiento

Desde el punto de vista de la teología corresponde a una palabra muy importante kénosis que es el mismo abajamiento del Dios humanado. La Kénosis tiene tres lugares predilectos que son: Belén, la Cruz y el Sagrario. El ocultamiento de Belén, que fue al mismo tiempo revelación para los excluidos… pastores, extranjeros, y pobres. El ocultamiento de la Cruz, es al mismo tiempo la catequesis y la victoria sobre el pecado, es entonces, revelación para los pecadores. El ocultamiento en el Sagrario, es revelación para los creyentes. Se trata de adorar y al mismo tiempo acompañar a Jesucristo, se trata de dejarse amar por El.

La Madre Sara desarrollo cerca del sagrario lo que en teología se llama una espiritualidad esponsal. Ella vivió la experiencia de la intimidad con Cristo, la esposa que acompaña a Jesús y tiene la experiencia de confiarle sus cuitas y escuchar sus confidencias a Jesús, la que al mismo tiempo tiene el corazón de Jesús, para recibir a los pecadores y para ir en busca de los excluidos.

El don del ocultamiento es el carisma por el cual el corazón de une al abajamiento de Cristo, para ser fecundo con Cristo. Así, el ocultamiento de Nazareth es unión con la Kénosis de Cristo, para ser revelación en su mismo Espíritu. Es claro que en Cristo es revelación y en la Dominica de Nazareth se llama evangelización.  “El deseo de ocultamiento para revelar, es el deseo de humildad para evangelizar”.

Emblemas Congregacionales

“Ser un homenaje a la vida oculta de Jesús en Nazareth y en el Sagrario, en el servicio a los marginados del Cuerpo Místico de Cristo”

HIMNO

En 1969, Jorge Zorro Sánchez compuso la música actual y se adoptó como Himno de la Congregación. El himno resume el carisma y espiritualidad de la Congregación.

escuchar himno

ESCUDO

El campo del Escudo es de forma pentagonal. Está dividido en dos partes: La faja superior, de color negro, lleva en el medio una estrella blanca, símbolo de la Orden Dominicana a la que pertenece la Congregación.

Ocupando el resto del campo está la Sagrada Familia de Nazareth, porque la Congregación quiere ser un homenaje vivo a la vida oculta de Jesús en Nazareth y en el Sagrario.

La figura del Espíritu Santo, por quien se obró el misterio de la Encarnación, posa en medio de los tres. El campo está sostenido por la cruz de Calatrava, símbolo también de la Orden Dominicana. De los brazos de la cruz pende el Rosario, fuente de nuestra contemplación y apostolado. Complementa el Escudo, en la parte superior, una cinta extendida con el nombre de la Congregación.

Se destaca en el escudo la Sagrada Familia cuyos modelos debemos imitar: María, Reina y Señora de Nazareth, en quien, por su humildad y sencillez, se encarnó la Eterna Verdad.

José, esposo Fiel, sumiso a la Voluntad del Padre, incansable ejemplo en el servicio y en el trabajo. Jesús, nuestro Salvador, anonadado, oculto en Nazareth y en el Sagrario, a quien la Hermana Dominica Hija de Nuestra Señora de Nazareth debe amar y proyectar en su vida.

Es –Nazareth– en donde la Verdad Eterna en compañía de María y de José realizó toda la vida de familia, haciendo realidad el misterio del Amor en el servicio a los hombres.

Resaltan también los signos de nuestra filiación a la Orden Dominicana: los colores blanco y negro, la cruz, el Rosario –nuestra arma fuerte y divina– legado a la Iglesia en la persona de Santo Domingo y la estrella que nos indica que al igual que Domingo, debemos ser luz en torno nuestro con la Palabra y el Ejemplo.

BANDERA

Es de forma rectangular, dividido en dos triángulos por una línea diagonal que arranca del ángulo superior izquierdo. El triángulo superior es de color blanco y el inferior Azul celeste. En el centro lleva estampado el escudo, simbolizando la actitud de guerra contra los enemigos del alma.

La división en triángulos alude a dos Trinidades: el triángulo blanco simboliza a Dios Uno y Trino; el azul representa a Nazareth, la Trinidad de la tierra, Jesús, simbolizado por la diagonal –línea común para los dos triángulos – es centro y síntesis del Plan de Salvación (Ef. 1, 3-10)

Se conjugan los dos colores simbolizando la espiritualidad Eucarístico – Mariana legada por nuestra Madre Fundadora: el blanco es símbolo de la verdad hecha Eucaristía, que debemos contemplar, adorar y predicar, es gozo, alegría de nuestra virginidad consagrada. El blanco es el color que más refleja la luz: luz de la contemplación e irradiación del celo apostólico por la palabra y el testimonio de vida.

El azul del firmamento, de la inmensidad del mar y símbolo tradicional de María Santísima, significa la disponibilidad de la hermana Dominica Hija de Nuestra Señora de Nazareth para ir a “Jesús por María”, para aceptar gustosamente la voluntad de Dios a fin de que en María, con maría y por María nos identifiquemos con Jesús de Nazareth que virgen y pobre, obediente al Padre hasta la muerte de cruz, redimió y santificó a los hombre.

PÁGINA EVANGÉLICA

“Bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto, y su madre guardaba todo esto en su corazón. Jesús crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres.”

(Lc.  2, 51-52)

Provincia Santo Domingo

África

Provincia Santo Domingo

España

Nuestra Señora de
El Cisne

Ecuador - Chile

Nuestra Señora de Chiquinquirá

México

Nuestra Señora de Chiquinquirá

Colombia

Promotora General

Colombia

Let's Talk.

2022 © All rights reserved.

Cras non nulla est. Quisque consectetur rhoncus semper. Morbi enim nulla, luctus vitae orci vel, pellentesque accumsan mi. In pretium at nisl nec.