IV. DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C – Lucas 1, 39-45
La Navidad está a la vuelta de la esquina, crece en nosotros la expectativa y el deseo de encontrarnos con el Señor que viene.
El cuarto y último domingo de Adviento del año C nos ofrece el evangelio de LA VISITA DE MARÍA A ISABEL. El ángel da a María la noticia del embarazo de su prima anciana e inmediatamente, “apresuradamente”, María sale para ir hacia ella, con esa urgencia propia de quien ha encontrado el Amor.
- Lucas pone el acento en LA PRONTITUD DE MARÍA para responder a las exigencias de la Palabra de Dios.
Se fue rápido.
¿Pero cómo empezar?, ¿Cómo avanzar y qué camino tomar?
El Evangelio, en su absoluta sencillez, nos ofrece signos seguros, indicaciones gracias a las cuales no podemos perdernos.
- En primer lugar, tenemos que “irnos”. Pero este verbo griego, elegido por Lucas, quiere expresar no sólo un simple “caminar”, “marchar”, sino también “pasar”, “cruzar”, incluso “entrar”.
Este es el camino que tenemos por delante, no debemos tenerle miedo.
María incluso lo recorre “apresuradamente”, es decir, llena de celo, de deseo, impulsada por el amor.
Es hermosísimo notar que esta misma expresión se usa para describir el rito de la primera Pascua, cuando la Escritura nos dice que los israelitas la comieron “apresuradamente”, con sandalias en los pies y ceñidas la cintura, listos para partir (Ex 12: 11)
Este camino es verdaderamente la Pascua de María, su paso por la historia, la vida de cada uno de nosotros.
- En segundo lugar, en una ciudad de Judá.”
Aquí encontramos todas las coordenadas del viaje: María sale de Galilea
(Lc 1,26) y llega a Judea.
Sube las montañas, pero desciende, porque la ruta trazada va del norte de Palestina al sur. ¡Misterioso intercambio de valores!
María desciende hacia el sur, pero sube, sube, camina alto. Meditando en este evangelio comprendí que salir hacia los demás es ascender, es crecer, aunque tal vez tenga que bajarme, adaptarme, hacerme un poco a la medida del otro.
Recuerda que, en los caminos de Dios, quien desciende, sube más alto; el que se humilla es enaltecido. Por eso, ¡ya no tengamos miedo del descenso, del esfuerzo de bajarnos, porque así somos realmente elevados!
María la “hija de Sión”
Señora del camino
Que supiste subir y descender
Ser humillada y enaltecida
Que vayamos “apresuradamente”,
Como quien ha encontrado el Amor.
María, mujer de la acción,
haz que nuestras manos y nuestros pies
se muevan «apresuradamente»
hacia los demás,
“Hija de Sión” alégrate
Mujer pequeña y humilde
ayúdanos a recordar
que lo único importa
es Dios y que sólo Él
puede dar sentido a todo,
incluso a nuestra prisa
y sobre todo a nuestra vida. Amén
PETICIÓN Madre que vas deprisa, ayúdanos a tener cada día ‘prisa’ por responder al querer de Dios, dedicando un valioso tiempo a la oración, la misión y el servicio de caridad.