09 DE MARZO 2025 – CICLO C – PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
Lucas 4, 1-13
El Espíritu de Dios descendió sobre el Señor Jesús en forma de paloma, en el momento en el que fue bautizado por Juan y se escuchó una voz que dijo “Este es mi Hijo amado en quien tengo mis complacencias” (Lucas 3,21-22). Lucas presenta a Jesús lleno del Espíritu Santo, quien al ungirlo lo consagró como Mesías Salvador, capacitándolo para vencer todos los obstáculos que se le pudieran presentar en el camino. Fue poco tiempo después de que esto ocurriera, que “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo” (Lc. 4, 1-2). Al parecer toda la narración se enmarca en la preparación para el ministerio público de Jesús.
Comenzamos el tiempo de cuaresma recordando esos cuarenta días en los que el Espíritu Santo guio a Jesús hacia un tiempo de prueba, permanece ahí sin comer, vive entre fieras y los ángeles le sirven y al final de este tiempo, Satanás le tienta tres veces, tratando de comprometer su fidelidad y obediencia al Padre Dios. Esa es la misma razón por la que el Señor permite las tentaciones en nuestra vida, para que seamos probados y capacitados. El pueblo de Israel, liberado de la esclavitud de Egipto, fue tentado en su peregrinación por el desierto camino a la tierra prometida. Donde ellos cayeron, Jesús vence y nos da ejemplo de cómo vencer las pruebas y dificultades que se nos presentan a lo largo de nuestra vida.
Ahondando más en el texto reflexionemos en el significado y la relevancia eterna de las tentaciones de Jesús en el desierto. Podemos distinguir tres acciones y respuestas claves de Jesús ante las propuestas del tentador.
Convierte las piedras en pan – “No solo de pan vive el hombre”
La primera tentación versa sobre la invitación de convertir las piedras en pan; el evangelio dice que Jesús sintió hambre y el diablo aprovecha la ocasión. El sentido de esta tentación primero radica en la ruptura de un ayuno perdiendo todo sentido religioso de aquellos cuarenta días y segundo en el uso de las propias facultades para provecho personal. Jesús era poderoso, pero para realizar signos de salvación para los demás.
Te daré todo esto, si te postras y me adoras – “Adorarás al Señor, tu Dios y a Él solo servirás”
La segunda tentación dice que lo llevó a un monte muy alto, le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo “Te daré todo esto, si te postras y me adoras” Jesús expresa la frase definitiva, solamente a Dios se le debe adorar, solo a Él amarlo con todo el corazón y con toda el alma. Con la segunda tentación, Satanás quiso suscitar en Jesús la concupiscencia, es decir, el deseo de riquezas, de poder y de placer.
Si eres el Hijo de Dios, lánzate – “No tentarás al Señor, tu Dios”
La tercera tentación narra que, lo llevó a la parte más alta del templo y le dijo “Si eres el Hijo de Dios, lánzate”, esta tentación mira a poner a prueba a Dios, de despertar en Jesús un orgullo espiritual, El astuto seductor quiso así cambiar una humilde y sumisa confianza en la misericordia de Dios por una orgullosa presunción.
En conclusión, las acciones de Jesús frente a las tentaciones en el desierto son un gran ejemplo para la vida de cada cristiano. Ante las tentaciones, no deben esperarse triunfos fáciles, intervenciones inmediatas y grandiosas de parte de Dios; la Palabra de Dios, la confianza en el Señor, la oración, la gracia de Dios y la fortaleza nos llevarán como a Cristo a vencer las seducciones del maligno.
Cada vez que vencemos una tentación, nuestra fe es fortalecida, pues vemos la fidelidad de nuestro Padre celestial. Nunca estamos solos cuando enfrentamos las tentaciones, pues Cristo vive en nuestro corazón. Es Él quien nos da las fuerzas para
resistir las tentaciones. Las tentaciones no se buscan, están a lo largo del camino; que importante es dejarnos guiar y conducir por el Espíritu Santo en todo momento de nuestra vida.
Nos encontramos al inicio de uno de los tiempos litúrgicos que conocemos como tiempo fuerte o tiempo de conversión: ‘la Cuaresma’. En él la Iglesia nos invita a discernir mejor la intención fundamental de nuestro corazón. ¿Qué hay en nuestro
interior cuando hacemos las cosas que hacemos? Las prácticas cuaresmales de ayuno, abstinencia, oración y limosna nos introducen en un camino de vida espiritual.
Sabemos que este tiempo hace alusión a realidades que afectan al pueblo de Israel y a la vida Jesús. Por eso, las tentaciones del desierto siguen teniendo actualidad. Tienen que ver con los cristianos conscientes de sus responsabilidades en el pueblo de Dios y con los que ceden ante las distintas formas de seducciones contemporáneas.
¿Qué disposición tengo de hacer un camino espiritual al inicio de la Cuaresma? ¿Cuáles son las seducciones en las que sé que puedo ser vulnerable? ¿Cómo rezo, para qué rezo?

Hna. Blanca Yecenia Abad Gaona